Te soñé tanto y tanto amor
que Dios al fin se decidió a crearte
pero en castigo a mi osadía
me ha hecho muy difícil encontrarte
Te busque en cada amanecer,
en las nubes, en los mares
también en lo alto de las cumbres
y el negro vientre del abismo
En el ancho mar de la vida
me convertí en Odiseo
para nunca cansarme de buscarte;
y para que mi corazón no se atreviera
a desanimarse o a cansarse de quererte
te convertí en Julieta, yo en Romeo
para que este corazón tal como Orfeo
te siguiera cantando hasta la muerte.
De esta manera armado con las fuerzas
mas sublimes y efectivas del amor
esperé por ti hasta que un día
Dios se apiadó de mi paciente espera
y te trajo en un soplo hasta mi vera
supe entonces que el amor ya no era sueño,
que el amor era luz, era alegría
y que gracias a el yo era quien era.
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