CLIMAX


Es verdad, fuiste tú quien me enseñaste a que te quiera
pero fui yo quien aprendió a quererte a tu manera,
primero, a dibujarte con las yemas de mis dedos
y después a seguir aquellas huellas con mis besos.

Aprendí a tocar en ese piano delicioso de tu cuerpo
y mis labios fueron autores de esas notas
que siguiendo la música celestial de tus gemidos
descubrieron aquellos puntos en que explotas,

Nuestros cuerpos en esa pasión perdidos
convirtieron tu piel en cárcel de mis besos
y tu y yo, por nuestro amor ya redimidos
resolvimos por el amor ser siempre presos

Aprendí a conducir por la ruta del deseo
los caballos desbocados en que se convierten tus sentidos
y después de saborear más goces, que aquellos permitidos,
me hiciste sentir un semidiós como Perseo.

Se escapan tus caderas de mis manos como peces,
cierras tus ojos como te he visto hacerlo tantas veces,
se encienden como antorchas tus ojos extraviados;
escapan frenéticos gemidos de tu boca
y finalmente un largo grito, ansioso, feliz y apasionado
me inunda de ti y sé que lo he logrado.
Aprendí los secretos que tu cuerpo me ha contado,
sacié en tu cuerpo mi pasión ardiente y loca;
apagué las llamas de ese deseo que te quema,
y en esa búsqueda por lograr tu mayor goce
descubrí que no hay mayor placer que el entregarse
ni más clímax que este, en el que ambos coincidimos
y que ha engendrado hoy este poema.

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