Te susurré palabras de amor
a través del viento placentero de la tarde
te acaricié en cada rayo de sol que te alumbraba,
y me descolgué cada noche hasta tu lecho,
por ese rayito de luna que a tu balcón bajaba
y me permitía dormir como un bebé junto a tu pecho.
Te amé de mil maneras distintas;
tejí ilusiones con el hilo celestial de tu sonrisa
y fabriqué sueños con el movimiento sensual de tus caderas;
te amé platonicamente en cada aurora que llegaba
y te hice mía en mi corazón en cada sueño.
Hoy te has ido de mi, ya tienes dueño
tus pisadas ya no suenan solas en la acera
y tus besos son de otro igual que tus caricias,
pero aquí en este corazón enamorado
siguen siendo mías una a una tus delicias
y no existe poder alguno bajo el cielo
que impida que te siente mía y que te quiera.
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